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El cisne: la pureza del amor que vence a la muerte

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Describir la pintura de Francisco Sanchis Cortés es como intentar explicar lo que nos transmite la música, la danza… algo extremadamente difícil dada la profundidad que subyace bajo la aparente sencillez de su mensaje.

Y el mensaje parece  estar claro: belleza, amor, deseo, y muerte que libera a los amantes de una realidad devastadora.

Tchaikovsky nos muestra todos estos ingredientes en su ballet, si bien, no es hasta después de su muerte, con Marius Petipa, coreógrafo del Teatro Imperial ruso, cuando la obra adquiere su definitiva puesta en escena. Hoy lo podemos contemplar como uno de los ballets más hermosos creados para transportarnos a tiempos pasados y aunque los siglos pasen, hay algo eterno que permanece intacto en el interior del ser humano y que toda buena creación que se precie, debe transmitir.

Sólo ciertos individuos, llamémosles “artistas”, “creadores”, “locos que se atreven a indagar el alma humana”… nos muestran a través de los colores, los sonidos… esas sombras y luces que todos llevamos dentro y ocultamos bajo una realidad adormecida, oculta bajo un excesivo apego a lo material, a lo mediocre, a una falsa seguridad que la publicidad actual se encarga de hacernos parecer la panacea a todos nuestros males…

Como bien decía nuestro querido Antonio Machado: “Tras el vivir y el soñar, está lo que más importa: el despertar”.

Y eso es lo que provoca Francisco Sanchis Cortés: el despertar del alma, de las emociones escondidas  que resurgen para indicarnos cuál es nuestro verdadero ser.

Francisco nos presenta a la Princesa Odette, víctima de un hechizo provocado por el brujo Von Rotbarth, que la ha convertido en cisne, surgiendo del lago con toda la fuerza que sólo posee una mujer cuando ama de verdad…  consciente que su despertar implica la muerte, pero sabiendo que vivir convertida en algo que no es, no es vida… No hay otro camino entonces sino el que marca el corazón. Y ese puro y hermoso blanco que tantas veces ha utilizado Francisco en sus figuras femeninas, realza el sentimiento de elevación.

El Príncipe Siegfried, que juró amor eterno a Odette, pero en cierto momento se dejó engañar por la hija del brujo, Odile, el cisne negro… queda en un segundo plano, al fondo.  Todavía hay esperanza para él, pues el cisne negro queda reflejado en el mundo de los sueños pero no se hace real.  Es el amor verdadero y puro de Odette el que se eleva por encima de las profundas y oscuras aguas para salvarlo.  Aguas que crean desasosiego, repletas de violetas, verdes…

Una absolución, la del príncipe, que da esperanza para aquellos que en algún momento habíamos llegado a creer que tras la deshumanización del arte, ya no había nada nuevo que ofrecer. Gracias Odette…

Y sobre todo, gracias Francisco por tener la voluntad de luchar contracorriente sin desfallecer para despertar la belleza y el amor que hay en cada uno de nosotros a través del arte, la música y la cultura.

 

ESTELA BOAL

 

Comisaria de Arte

Estela Boal Cerezo es Artista plástica e intérprete musical, segoviana de nacimiento y arandina de adopción. Hija del también pintor Higinio Boal García (DEP). Cursó estudios de Viola y Piano en el Conservatorio de Valladolid. Su pintura, de carácter figurativo y con un original simbolismo, ha derivado principalmente hacia el género del retrato.

 

Utiliza diferentes técnicas como son el pastel, el óleo, la acuarela, el acrílico, las aguadas con tintas. Siendo la observación de la naturaleza y de las figuras su referente en este largo aprender que es el arte. 

Reside en Aranda de Duero (Burgos). ha realizado exposiciones de sus obras en diferentes ciudades de España y del extranjero.

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